El ansiado poder de la Iglesia

Tras todas las insurrecciones producidas en estos últimos meses entre Codelco y sus subcontratistas la Iglesia no se ha quedado aparte, tomando un rol cada vez más marcado en favor de los más desprotegidos por parte del sistema.

¿Cuál el papel que le estamos cediendo a la Iglesia? ¿Qué papel protagónico le estamos entregando a una institución con una tendencia tan marcada?

La última intromisión de la Iglesia hacia las políticas de estado fue sobre el muy discutido “sueldo ético”. La figura fundamental que ha alzado la voz en defensa del aumento del sueldo mínimo, Monseñor Alejandro Goic presidente de la Conferencia Episcopal, se pronunció frente al tema diciendo que: “"El sueldo mínimo debería ser transformado en un sueldo ético (...) en el sentido de que por lo menos todos los que puedan, no paguen el sueldo mínimo legal, sino que por lo menos 250 mil pesos. Eso sería un primer paso. Ponerme en el lugar del más necesitado, y preguntarme si yo podría vivir con mi esposa y mi hijo, con 120 mil pesos. Yo no digo que todos vamos a ser iguales, porque eso es una utopía que no se puede dar, pero no cabe duda que hay grandes empresas que ganan mucho, ¿cómo no hacer participar mejor a sus trabajadores? Ellos son los que le ayudan a generar la riqueza para el país".

Esta breve pero muy aguda declaración, ha generado una considerable polémica en el círculo político nacional, tanto en la Oposición como en la Concertación. Con Evelyn Matthei (UDI) se inició toda la revuelta política por su categórica respuesta diciendo “Creo que tiene muchas cosas que explicarle al país, yo creo que él no tiene idea de economía y se está metiendo en cosas muy difíciles. Me gustaría preguntarle a monseñor Goic si él cree que una persona que da empleo, pero que no paga el sueldo según él ético, si ese empresario es una persona no ética, si él preferiría que ese empresario sencillamente cerrara la empresa y no diera” a lo que monseñor Goic aludió respondiéndole “No soy economista, pero en el contacto con la gente, percibo los dramas de los más pobres y me hago eco de sus sentimientos”.

Con todo este ir y venir de declaraciones no nos queda claro si el problema está realmente enfocado en el sueldo mínimo, o es un debate político-religioso para ver quién se ganará al pueblo y quien se adjuntará de los dichos de Goic para sacar cierto beneficio y apoyo popular.

De esta manera podríamos imaginarnos cual es el alcance político que le vamos a dar a la iglesia, sabiendo el papel que jugó esta en los orígenes de la sociedad chilena. Quizás que un significativo representante de la Iglesia venga a plantear una mayor cifra en el sueldo mínimo nacional, nos pone en jaque, ya que la iglesia es aceptada por la mayoría del “vox populi”.

Este nuevo y muy positivista “sueldo ético” (250 mil pesos) forma una esperanza económica para parte de la sociedad, pero no sólo tiene el efecto ilusorio para el pueblo, sino que también los políticos se han colgado de la frase de monseñor para beneficio propio. Como es el caso de Soledad Alvear (DC) quien con la frase de Goic a jugado partida doble, por un lado a apoyado la iniciativa de esta figura religiosa a favor de los más pobres y por el otro busca desfavorecer a Sebastián Piñera (RN) “…Es obvio que hay muchos empresarios que no necesitan una ley para pagar un salario ético. También
Estamos conscientes que hay microempresas a las que les resulta imposible pagarlo, pero a ellos no se los estamos pidiendo”.

Con todas estas discusiones entre el “sueldo ético” y alguna que otra rencilla escondida por esta discusión, algunos esperan tener una buena respuesta y otros mayor popularidad y apoyo. Pero, creo que mas que aumentar el sueldo mínimo y obtener finalmente uno “ético”, la gente no sólo necesita más dinero también requieren de una buena educación, protección social y varios elementos más que ayudan a que se desarrollen en este país.

Carolina Vargas Guillier