Jóvenes, ¿hacia donde vamos?

El pasado martes 21 de agosto en la Universidad de los Andes, se llevó a cabo el congreso “Jóvenes el futuro en tus manos”, donde seis importantes autoridades abordaron el tema “nuevas formas de participación juvenil, ¿hacia donde vamos?”, dirigida por el alumno Cristián Fuentes.

Entre los invitados estaban Marco Enríquez-Ominami, diputado PS, Felipe Berrios, sacerdote jesuita encargado de Un Techo para Chile, Carlos Larraín, Presidente del partido Renovación Nacional, Marcelo Trivelli, Intendente de Santiago y futuro candidato a las elecciones presidenciales, Jaime Gasmuri, senador PS y Manuel José Ossandon, alcalde de la comuna Puente Alto. Sin embargo, fue el sacerdote jesuita quién dio una respuesta clara y precisa a la pregunta, abarcando la atención de quienes sí querían saber realmente hacia donde vamos los jóvenes del futuro.

Al comienzo, Berrios dio a entender que el contexto para los jóvenes de hoy era el de las comunicaciones, donde todo se adquiere de manera rápida y fácil, donde la lata abunda y la preferencia por la comodidad va más allá de nuestros anhelos. Una cultura individualista donde “el otro” es un competidor o un enemigo. Pero el problema no está entre nosotros, sino que son los propios adultos, y se incluye, quienes no nos enseñaron que uno está hecho para los demás, que somos responsables por nuestro país y que tanto la Iglesia, como los partidos políticos y las instituciones, se han deteriorado en este tema. “Antes las universidades eran el contacto directo con la realidad, son utilizadas para encontrar un bien para mí mismo”. Entonces nos llama a dar sentido a nuestro estudio, para ser un buen profesional, que conozca y que sepa servir a la patria, la cual además nos da la posibilidad de estudiar. Prima que hay que combatir el individualismo, buscando la participación en la cosa pública, en la política, aceptando que en todas y cada una de las instituciones existirá corrupción y que esta no es mala, sino que parte de la diversidad del mundo. Aceptando siempre, que uno es humano, que se equivoca y que para trabajar con otros debo renunciar a mi mismo y colaborar, dispuesto siempre a morir un poco. Es decir, a no tener miedo a la frustración. Y termina con una anécdota, vulgar según dice, pero real. Como eran y son las instituciones. “Nosotros fuimos educados con pañales de género que eran hervidos y luego usados nuevamente, por lo que aprendimos a distinguir el pañal de la caca. Pero ustedes han sido educados con pañales desechables y ahora no son capaces de distinguir el pañal de la caca”.

- Carlos Montes
- Macarena Muñoz
- Josefina Morales
- Daniela Muñoz